Te sonríe, te enfurece, te zarandea y vuelve a por ti.
A menudo te sostiene y en ocasiones te deja caer.
Cada paso lleva a otro, cada camino es un nuevo reto, cada
día es otro día…
Eso es vivir, eso es la vida.
Y una mañana, así, sin más, te devuelve al pasado y lo
convierte en presente.
La misma gente pero diferentes personas, las mismas bocas
con diferentes sonrisas, los mismos
ojos en diferentes miradas.
No sabes si será bueno o malo, si eres valiente o tal vez de
los que se dejan llevar.
Te tiemblan las manos y a su vez te sientes en casa….y solo
tienes dos caminos: dejar pasar el momento o darte la oportunidad de redimirte
por aquello que hoy está, pero habías olvidado.
Nunca has sido cobarde aunque en ocasiones hubieses querido
serlo.
Nadie dijo nunca que fuese tan sencillo saber quien hay
detrás de nuestras vidas.
Solo un abrazo te lleva al momento clave…al instante en que
descubriste que la esencia no se crea; EXISTE.
Y a pesar de las idas, las venidas y los giros, lo que somos
nunca cambia.
Podemos tener más, ser menos, estar tristes u ofendidos,
pero la esencia no varía.
Y un buen día, la vida te reta y tú aceptas el pulso y te
hace darle las gracias por llevarte al punto de partida.
Y una vez allí te das cuenta de que existen personas de las
que puedes olvidar su voz, su cara y su pasado….pero nunca podrás olvidar
quienes son, pues aunque no recuerdes lo que fueron, nunca dejaron de ser parte
de ti.
Desde pequeños…lo que queremos supone sacrificar algo que también
queremos.
Nos aplican la técnica del chantaje desde que tenemos uso de
razón: si te lo comes todo, vamos al parque; si duermes la siesta, vamos a la
piscina; si estudias mucho, serás alguien en la vida; si sacas buenas notas,
irás al campamento…
Y al hacernos adultos… ¿seguimos sacrificando nuestra vida por
no defraudar?
En nuestras relaciones de pareja, ¿tenemos lo que queremos y
queremos lo que tenemos?
En Asia y África aun existen (y seguirán existiendo puesto
que es parte de su cultura) matrimonios preestablecidos en función del linaje,
de la dote… y no pestañeamos a la hora de ser críticos, puesto que consideramos
que el derecho a elegir por nosotros mismos es básico.
Y mientras en Dheli un padre trabaja para ahorrar y poder
pagar que se casen con su hija, nosotros nos enamoramos de la persona más
maravillosa del mundo, de la que nos completa, de la que comparte nuestras
aficiones….y lo mejor de todo: es recíproco.
En ocasiones la complicidad nunca acaba, en otras ambos se
dan cuenta de que no queda nada por lo que mantener la relación, a veces solo
uno se da cuenta y hace al otro entenderlo, y otras muchas…simplemente nos
acomodamos y pasamos el día a día conviviendo con alguien que nos irrita más
que excita, con quien compartir aficiones supone un esfuerzo y la única complicidad que
existe es la de fingir delante de los hijos, amigos, familiares que son la
pareja del año.
Venga!! Vamos a hacer como cuando éramos pequeños y queríamos
que nos comprasen una bicicleta. Empecemos a sacrificar!
Comenzaremos con las cosas básicas: los fines de semana
siempre los has pasado con tus amigos; sobre todo los sábados que os juntáis en
casa de uno y charláis entre cervezas de la semana, del pasado, del futuro, de
futbol, de hombres, de trabajo….de lo que sea.
Pero desde que empezasteis juntos, os apetece ir al cine,
pasear, dedicaros el sábado el uno al otro.
Cuando dejas de tener la ceguera que causa la primera etapa
del enamoramiento, comienzas a echar de menos ver a esos amigos.
Hace mucho que no quedas con ellos y en este tiempo a Jose
le han despedido, a Claudia la han ascendido, Rosa va a ser madre por segunda
vez y a Emilio le engaña su mujer….y todo esto lo sabes por el Facebook….
Así que hablas con tu pareja, la cual no soporta a tus
amigos por que dice que son irresponsables, inmaduros y no van contigo, y le
comentas que te gustaría parar la tarde-noche de sábado con ellos por que hace
meses que no les ves.
Tu pareja, a modo reflexión te dice:
Y yo que hago?
Vente si quieres.
No, ya sabes que no me acaban de caer bien.
Pues no se, quedacon tus amigos.
Vale….
Te duchas, te vistes, te peinas y perfumas y te llega un
mensaje:
Te pasa algo conmigo?
No, por qué?
No se….es que siempre has querido pasar el sábado conmigo
y hoy…
Solo es que hace mucho que no los veo.
Ya…bueno, si son más importante para ti que yo... (CHANTAJE)
El resto de la historia ya se sabe…
Que sí, que te quiero mucho, que te echare de
menos, que bla, bla, bla….
Al día siguiente (o tal vez dos días más tarde) y con la
excusa más absurda del mundo (no le has dado un beso cuando has llegado, no le
has mandado un mensaje para darle las buenas noches puesto que te has dormido en
el sofá)….tu pareja entra en cólera y te echa en cara que elegiste pasar el día
con otros que no eran ella. Así que decide castigarte (sin que tú sepas que es
un castigo) y decide que no tiene tiempo a penas de verte durante una semana.
Evidentemente, el sábado siguiente cuando le dices que
quieres que lo paséis juntos…se acaba la discusión. De nuevo os queréis con
locura.
Y ahí acabas de dejar
de jugar al scalextric para ponerte a hacer los deberes y poder ir mañana al parque de bolas….como cuando
eras niño.
Después de eso, te
comprar un piso al lado de tus futuros suegros porque tu pareja decide que es
lo más cómodo, os casáis porque a la abuela le hace ilusión y, aunque nunca creíste en la Iglesia,
lo haces en ella porque es la tradición familiar, viajas a la Riviera Maya
cuando lo que realmente quieres es ir con la mochila a África, tienes un hijo a
los 32 porque todos los amigos del grupo ya tienen uno, te compras un
monovolumen cuando lo que siempre has querido es un deportivo….dejas de tener
casi nada en común con tu pareja (os une una hipoteca ,un hijo y un circulo social)
pero no te paras a pensar en separarte porque….¿quien se quedaría el coche? ¿El
perro? ¿Los niños? ¿La tele? ¿Que pensarían tu familia, tus amigos, tus
vecinos?
¿Como sería tener una relación de pareja si desde que somos
niños las viviésemos como queremos hacerlo, en vez que como nos han enseñado
que se deben vivir?
No sé si sería más fácil o más difícil pero sí que sería más
honesto.
No habría eternos amantes, no diríamos Sí cuando queremos decir NO, tu te irías a África
mientras tu pareja disfruta en Riviera Maya, estaríais juntos cuando ambos quisierais
estarlo, seguiríais manteniendo las relaciones con los amigos, os comprometierais
hasta donde quisierais hacerlo y durante el tiempo que quisieseis estarlo.
Tu serías parte de tu pareja y tu pareja de ti, pero conservando
la independencia, la confianza, tus gustos, tu escala de valores…conservando el
brillo en los ojos y sin que cuando os veáis al llegar a casa tengáis miradas
de trapo.
Pero, a fin de cuentas, hacemos lo que nos han enseñado.
¿Cuantas cosas dejamos de decir por falta de momentos para
hacerlo? ¿Cuantas veces tenemos buenas palabras hacia personas que están de paso en
nuestra vida, pero nunca ante ellas?
Valoramos a familiares, amigos, compañeros…y en ocasiones
nos olvidamos de aquellos que pasan por nuestra vida de forma fugaz. Un día,
sin preverlo, entran en ella en un viaje, un trabajo, una cena y permanecen en
nuestro entorno dos semanas, un mes…y de nuevo llega esa rutina de la que esa
persona no es parte. Nos mandamos media docena de correos, nos llamamos un par de
veces y un, día, te acuerda de él por una foto, por un momento puntual…y
calculas el tiempo que ha pasado desde la última noticia y decides olvidar la
idea de escribirle o llamarle porque han pasado meses y no te ha llamado ni escrito un
correo. Y nosotros tampoco lo hemos hecho, y creemos que es frio o inadecuado hacerlo
pasado un tiempo limite que nosotros mismos limitamos.
Y así pasan meses, años…y hoy miramos hacia atrás y pensamos en los cambios que han sufrido nuestras vidas en la última década; algunos
buenos, otros adecuados, otros drásticos….y en las personas que han influido a la hora de tomar decisiones.
Evidentemente, los que tenemos cerca siempre, en menor o
mayor media, influyen: pareja, hijos, padres, hermanos, amigos…..pero, hay ocasiones
en que quien nos hace dar el paso definitivo es aquella persona que recordamos con mucho cariño, de la que nos gustaría saber algo pero el tiempo limite
que pusimos para llamar ya pasó.
¿El pasado pisado?
No creo que sea así. Todo lo que nos ocurrió tiempo atrás,
nos ayuda en el presente. Lo malo, lo convertimos en una experiencia de la que
aprender y lo bueno….nos lo deberíamos quedar o, al menos, valorar.
Y, ¿por qué no darle un valor a ese extraño que se cruzó y sin
darse cuenta te dio el empujón para un cambio a mejor? Porque...¿hace mucho que no
sabes de el? Nunca es tarde para dar las
gracias.
Invertimos mucho tiempo en la crítica y muy poco en el
agradecimiento. Y no vamos a engañarnos: las tecnologías están a favor de los tímidos
u orgullosos.
Antes nos teníamos que llamar para discutir o para
reconciliarnos. Ahora tan solo hemos de entrar a cualquier red social o mandar
un whatsapp para decir sin hablar y ver sin mirar.
A todos nos gustaría saber si alguna vez fuimos importantes
para alguien y, tal vez, si empezamos por decir quien lo fue para nosotros, el
pasado nos devuelva una sonrisa.
Llamamos a quien roba, ladrón; a quien
insulta a su pareja, maltratador; a quien engaña, mentiroso….y lo hacemos con
fuerza y de forma visceral. Es un ladrón! Estafador! Delincuente! Así se pudra
en la cárcel!
Pero…cuando esas personas dejan de ser caras extrañas y
tenemos fotografías desde la infancia junto a ese ladrón, ese delincuente….queda
eximido de culpa??
Dejan de ser el alimento de nuestra ira y se convierten en pobres
canallas que han tenido un momento difícil en su vida y se les ha ido la
cabeza. Pasan de ser malos a ‘’no sé que le habrá dado ya que en el fondo es
buena persona’’, de ser cabezas de turco a ser victimas de ellos mismos.
Porque, al parecer, saber el nombre de sus mascotas o sus
hijos los convierte en grandes personas con pequeños malos momentos.
Nos llenamos las bocas dedicando “lindeces” a políticos,
directores de bancos, constructores, traficantes, corruptos….y cuando
los tenemos a la derecha de nuestro codo en una cena obviamos que son conscientes de lo
que están haciendo, que no van a dejar de hacerlo y por ello….para que decirles
nuestra opinión? Para que se ofendan?
Pedimos a gritos y en masa justicia por causas ajenas y
somos, en muchas ocasiones, incapaces de aplicarla en nuestras propias casas,
con nuestros propios amigos.
Si Charles Manson hubiese sido compañero nuestro de escuela…seguiríamos
viendo sus actos de forma tan atroz? O solo sería un enfermo que tenia
carencias afectivas?
Si Iñaki Urdangarin fuera nuestro compañero de paddle…seguiríamos
viéndolo con un presunto ladrón de guante "real"? O seria….el “cabrocete” de mi
compañero, un empresario ambicioso y listo?
Criticamos el derroche, la infidelidad, el robo, la especulación,
el asalto, las deudas, los sueldos de los futbolistas, todo. Pero si quien
derrocha comparte con nosotros, es generoso; si en la infidelidad tu eres el infiel,
eres un pobrecito que sigue con la misma vida por los niños; si eres el amante,
pobrecito “mi infiel” que sigue con su mujer por los niños; si quien roba es tu vecino y se lleva un bolso
para su mujer de una gran firma….solo dices: vaya huevos tiene el tio!! Esas
empresas tienen seguros, hombre!! Vaya bolso le ha regalado!......y así con
todo… o acaso nos quejaríamos de los sueldos de los futbolistas si fuésemos uno
de ellos?? Iríamos corriendo a renegociar nuestros contratos porque ese dinero
nos parece abusivo….sí, seguro...
Mi conclusión: somos incapaces de medir la misma
circunstancia en diferentes personas por el mismo rasero.
Hipocresía? Puede que sí.
O puede que inconscientemente no
demos la misma importancia a las noticias de la televisión que a las que vivimos
en directo, aun siendo similares.
Oímos lo mismo pero lo escuchamos de manera
distorsionada, hacemos lo mismo pero lo nuestro está justificado. En definitiva, hacemos una compresión
parcial acorde con nuestros intereses emocionales, económicos o sociales…que es
muy cómodo, y dejamos los insultos y las críticas para los anónimos, que también es muy cómodo.
Si Brenda Ann Spencer hubiese sido la hija de un íntimo amigo de Bob Geldof existiría esta canción?
Hay momentos en los que las circunstancias nos hacen bajar la voz e incluso llegar a callarnos.
Hay circunstancias que nos obligan a no poder expresarnos, dejando una espina enquistada en alguna parte de nosotros que molesta, pero no llega nunca a doler.
Hay obligaciones que aceleran en exceso el ritmo de vida y nos hacen dejar a medias cosas que sí son importantes.
Frenar...es lo que desde hoy voy a hacer. Frenar para que ni las obligaciones, ni las circunstancias, ni los momentos fugaces hagan que baje la voz, que no me exprese, que no diga lo que para mí y, tal vez, para alguien, es importante.
Frenar para darle importancia a lo que la tiene y en ocasiones descuidamos: el poso; MI POSO.