13 ago 2013

A mi manera

Y entonces, cuando todo está en calma, cuando llevas los recibos al día y tienes planes para 3 días seguidos, cuando te acuestas sabiendo lo que pasará a la mañana siguiente, cuando sabes que te despertará un café y un cigarro y meriendas con el confort que proporciona la tranquilidad …la vida te pone en una encrucijada.

¿Derecha o izquierda? ¿Norte o sur? ¿Pasta o arroz? ¿Blanco o negro? ¿Corazón o razón?

La respuesta late ensordeciendo cualquier otra: corazón; pero la cabeza, esa traicionera compañera de viaje que nos persigue a cada paso con una fidelidad digna de novela rosa, nos susurra en el silencio que deja cada pálpito: te equivocas.

Entramos en una batalla interior donde la mayor parte del día gana lo que debemos hacer, pero cuando lo que queremos se pronuncia….hace un jaque mate en tan solo un movimiento; no hay duda, no hay rival, no hay opinión que nos quite la razón, la razón del corazón.

En ocasiones sabemos que nos equivocamos, que no forma parte de nuestro proyecto construido entre nubes de algodón y estrellas de leds, que no hay hueco para más tropiezos porque ya clavamos las esquinas de la alfombra al suelo, pero aun así, aun sabiendo que el próximo paso dará lugar a una anécdota a largo plazo que a corto será un dolor, aun sabiendo que las sonrisas de hoy serán las lágrimas de mañana, no podemos hacer caso omiso a ese latido, a ese "boom, boom, boom" que sincroniza el día a día con tu Casio y se convierte en una cuenta atrás donde las 00:00 son el comienzo y el fin de algo especial.

Tenemos dos opciones: lamentarnos por lo que no hicimos o por lo que nos arriesgamos a hacer. Ying o Yang, mar o montaña, cara o cruz, truco o trato…

¿Más es menos o menos es más? 

Ni idea, solo sé que somos las decisiones que tomamos...


6 ago 2013

Tropezar

El guionista de la película 60 segundos escribió: sin una gran decepción no se aprecian las victorias; y es que es imposible ganar ganando, aprender sabiendo o acertar acertando.

Si me paro a analizar las cosas (grandes o pequeñas) que he conseguido caigo en la cuenta que de las que más orgullosa me siento tienen sus raíces en errores. Enormes errores que te hacen tocar el fondo de la vergüenza y el sentimiento de inferioridad, errores que por instantes te hacen olvidar que son parte del juego de la vida y te provocan ganas de correr a ninguna parte, errores conscientes por la falta de empeño e inconscientes, que son los que más duelen.

Siempre me ha gustado la gente que comete errores y lo admite (aunque sea pasado el tiempo), porque ese el primer paso para no volver a tropezar en el mismo; quien nunca se equivoca nunca aprende.

Hay veces que el destrozo no tiene solución, otras que la recuperación es lenta, en ocasiones cierra una puerta y nos deja ciegos hasta que sacamos valor para abrir los ojos y encontrar la ventana entreabierta, algunas simplemente hay que rectificar…pero en cualquiera de las situaciones hay algo que aprender.

Crecer, con esa palabra lo resumiría. Aquellos que aprendieron a sumar, lo hacen a la perfección y jamás intentaron multiplicar no se equivocan; en cambio el que después de saber que dos más dos son cuatro pasa a multiplicar, dividir, hacer raíces cuadradas y logaritmos…falla miles de veces antes de saber desarrollarlo bien.

Admiro a quienes en momentos determinados sienten que han fallado y yo espero seguir equivocándome toda la vida.


De vez en cuando también se caen.

3 ago 2013

Siempre

Y aun después de haber pasado tantos años me despierto en ocasiones recordándote. Supongo que debí soñar contigo pero no me acuerdo (seguro que hay tanto que no recuerdo…).

Otras veces te cuelas entre una conversación ante dos cafés con leche, un amigo me explica un ápice de lo que ha sentido ante una situación parecida y yo pienso: - creo que sé cómo te sientes. Y justo en ese instante apareces tú golpeando mi consciente y mi subconsciente, reprochándome que no hable de ti con nadie porque me cuesta compartirte sin ser emotiva, y ya sabes que nunca fui de lágrima pública.

Hacía tiempo que no aparecías, pero en los momento importantes siempre me tomo unos minutos para pensar en ti; es como si al hacerlo me acompañases a pesar de no creer en cielos ni en infiernos. Simplemente me hace sentir bien ser más justa contigo que lo que lo fue la vida y darte el lugar que te corresponde en las cosas importantes: a mi lado, aunque sea en mi pensamiento.

A veces imagino como serías ahora, si tendrías canas o pronunciadas entradas, si estarías más gordo y si serías feliz…chorradas, a veces imagino solo chorradas.

Hace mucho tiempo que dejé de estar enfadada con el mundo y dejé de preguntarme: por qué? No hay respuesta, y mucho menos una que haga que los que nos quedamos aquí nos sintamos mejor.

La ira, la desolación, el vacío, la impotencia, las preguntas sin respuesta, la consternación, los sentimientos de culpa, de odio...todo eso quedó atrás y he concentrado toda esa nube de frustraciones en un solo día, el mismo en que te marchaste sin avisar, como “de puntillas”, sin decir adiós y sin cartas con remite.

Después de tantos años solo queda el recuerdo de lo vivido contigo y el anhelo de lo que quedaba por vivir, que te cueles en conversaciones, que seas mi sonrisa cuando pienso en la niñez y decirte hasta luego….no porque crea en otra vida, sino porque decir adiós aun duele demasiado.

A mi tio pequeño, mi hermano mayor, mi cómplice mediano...mientras alguien piense en tí, seguirás vivo.

1 ago 2013

Perderse

Una vez leí que en ocasiones había que perderse para encontrarse. No recuerdo quien me lo dijo, donde lo leí ni el momento en que esa frase pasó a formar parte de mí. Tal vez yo estaba perdida y más obcecada en encontrar la meta que en disfrutar de las frases y  sabores del trayecto hacia ella.

Pasamos los días pensando en cómo mejorar mañana el hoy y se nos olvida algo fundamental: preguntarnos a nosotros mismo si esa mejora que buscamos es la que queremos encontrar en realidad.

Cuando somos pequeños gateamos y nuestros padres nos incitan a andar, cuando lo hacemos, nos invitan a correr, cuando corremos nos apuntan a futbol, a atletismo, a gimnasia artística, siempre más.  Acabamos el instituto y hay que estudiar una carrera, la terminamos y hay que buscar trabajo en torno a nuestro diploma, somos becarios y queremos un contrato, lo conseguimos y aspiramos a que sea indefinido, cuando lo somos queremos un ascenso, más, más, más… Pero…que queremos nosotros?

En ocasiones hay que perderse para encontrarse.

Algunos necesitamos llenar una mochila de camisetas, mudas y sensación de libertad; dar dos vueltas a la llave de la cerradura de casa para que no te sigan los lastres de la rutina y las obligaciones y tragar saliva ante el vértigo que da no tener el confort de saber dónde dormirás mañana.

Lo más probable es que los primeros días cuestiones si no estarías mejor en un resort con pulserita, a la sombra de una palmera y con el pasaporte a buen recaudo en la caja fuerte de la habitación 532 del hotel, ya que allí lo controlas todo, comes lo que quieres cuando te apetece, tienes la cama hecha de forma casi mágica 20 minutos después de deshacerla y toallas con formas de animales hacen que resulte hasta interesante volver al cuarto para saber si te han hecho un cisne o un elefante. Todo es previsible…

Pero si te pierdes, si no llevas itinerarios ni relojes, si tu pasaporte te acompaña a cada paso, si no llevas paraguas ni tienes chubasquero…curiosamente te relajas.

Puedes tardar días o semanas en experimentarlo pero estoy casi convencida que no hay excepción. No saber que cenarás hace que disfrutemos más lo que estamos comiendo en ese momento porque suprimimos la expectativa del: luego será mejor. No llevar reloj y dejar de necesitarlo hace que el tiempo deje de medirse en minutos para calcularse en sensaciones. No saber si mañana podrás ducharte hace que notes cada gota de agua que cae sobre tu piel y sientas que te abrazan. Antes o después comenzamos a disfrutar de las cosas más básicas, de las que dábamos por hecho y empezamos a ver y oír.

Y un buen día, sin preverlo, nos encontramos a nosotros mismo, nos vemos, nos oímos y lo más importante, nos escuchamos. Algunos no necesitan presentarse pues dentro de su ‘’pérdida’’ no dejaron que el ‘’más’’ se adueñase de su esencia; otros en cambio estaban tan absorbidos por el bucle de las expectativas y lo “socialmente correcto” que descubren al cabo de tantos años de llevar a cuestas ese cuerpo quien son y lo que quieren.

Perderse: Equivocarse de camino o no ser capaz de encontrar un camino o una salida correcta.

Dejar un trabajo bien remunerado, indefinido pero por el que no sientes pasión, para hacer…no sabes aun el qué; romper una relación de pareja con la persona con la que has compartido media vida, a la que quieres pero de la que dejaste de estar enamorado hace años haciendo caso omiso a aquellos que dicen: te vas a quedar solo; colgar los trajes de chaqueta y las corbatas y desempolvar la camisetas y los tejamos desgastados porque con ellos te sientes más a gusto; tener solo un billete de ida y un visado y no saber cuándo volverás porque crees que es lo que tienes que hacer; no hacer la declaración de hacienda porque no te da la gana…según la definición de perderse, con todo esto lo que estamos haciendo es encontrarnos. 

Puedes que perdidos estuviésemos antes de buscar perdernos.