Conocemos la justicia como a aquella virtud de dar a cada uno lo que merece o
corresponde y vivimos influenciados en parte por ella a pesar de que si miramos
a derecha e izquierda es difícil encontrarla…
Justicia penal, justicia divina,
justicia individual, justicia social…Hambre, maltrato, Palestina, abusos, Urdangarín,
menores desatendidos, mayores desamparados, Sahara, perdidas de personas que aún
les quedaba mucho por vivir, lagrimas, mendicidad, desahucios, asaltos….son
solo una parte de las cosas que nos recuerda que la justicia NO está en todas
partes.
Nos
rompemos la cabeza preguntándonos: ¿por qué me pasa esto a mí? y es cierto que
muchas veces la causa de lo malo que nos ocurre somos nosotros mismos, pero en muchas
otras ocasiones…no es así. Repito: la justicia no está en todas partes.
Hay vidas
que hacen su recorrido de forma lineal, sin apenas sobresaltos, sin apenas
lágrimas que no formen parte de un capricho o una banalidad, vidas que parecen
programadas desde antes del nacimiento para ser “las elegidas para el triunfo”.
Hay
vidas al límite, que desde la infancia disfrutan rozando el ying y el yang y
que cuando por un instante se relajan se vuelven a activar en busca de
adrenalina.
Hay
vidas tristes en vida, que se conforman con dejar pasar los días.
Hay
vidas luchadoras, que a pesar de nacer entre metralla y bombardeos, son vividas
cada día como si fuera el último, pues tal vez hoy, lo sea.
Vidas ajenas, generosas, egoístas, largas,
cortas, aburridas, excesivas…y en todas y cada una de ellas siempre hay un
momento en que mencionamos una palabra: in-justicia.
Ya sea
a favor o en contra nuestra, buscada o encontrada, divina, penal o social, esa
palabra nos persigue y, en muchas ocasiones, intentamos encontrar una razón por
la que vida nos regala una dosis de in-justicia.
Puede que sea porque seguimos
convencidos de que la vida es justa y algo hemos malo hemos hecho para merecernos
lo que, a priori, no debería estar ocurriendo.
Si la
vida fuese justa las noticias de las 21:00 serían como ver Barrio Sésamo.
Si la
vida fuese justa no habría muros y escopetas donde antes había limoneros.
Si la
vida fuese justa no existirían muchas de las palabras que hacen daño solo al oírlas.
No
hemos de sentirnos responsables de todo lo malo que nos ocurre, ya que, en
muchas ocasiones no lo somos y solo nos queda olvidar que la palabra Justicia
existe (hoy por hoy incluso en los tribunales) y vivir nuestra vida generosa,
triste, larga, corta, imprevisible, lineal…sonriendo por haber superado cada
reto inesperado e in-justo.
Si la
vida fuese justa hoy no habría escrito esto para vosotras dos.
Postdata:
os quiero
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Tienes razón, la vida es injusta por muchos y variados motivos, pero si la vida NO fuese justa, no te habría puesto en mi camino, y lo hizo.
ResponderEliminarGracias nenita
I love you too
...nos empeñamos en darle explicación a "nuestra injusticia", como si tener una respuesta nos fuese a hacer más felices, como si así, de repente, se fuese a acabar ese sentimiento y al momento todo volviese a cobrar sentido. No... hay cosas que no tienen ningún motivo, por suerte tengo un bálsamo para untarme por el cuerpo, una cura muda, algo que me hace fuerte, y es la gente que me rodea. Aprendo a incorporar esta experiencia en mi camino y pienso que nunca nada es tan injusto como estar solo en un momento así, es la gran recompensa que me da la vida...
ResponderEliminarGracias a tí por este rincón para el desahogo, por todo tu cariño y por hacer que me sienta aún si cabe más querida. Y a "la de arriba mio": aqui estoy, también soy tu bálsamo.
Os quiero mucho.